¿Vale la pena casarse?

En dos días más celebraremos el Día del Amor y la Amistad y para muchos jóvenes y adultos es una celebración para recordar y renovar una de las emociones más profundas y deseadas del ser humano que es el amor.

En una encuesta realizada por Pew Research Center en el año 2010 encontró entre las personas casadas que el 93 por ciento dijo que el amor es la razón más importante para vivir en pareja o casarse. Sin embargo, la combinación del «amor» y «compromiso» es lo que hace que una pareja tenga una unión más a largo plazo y logre una mayor felicidad. Para muchos jóvenes el matrimonio es algo obsoleto y hasta innecesario para vivir en pareja o formar una familia.

Esta semana tuve una discusión con mi grupo de alumnos de universidad sobre una de las decisiones más importantes en la vida que es la elección de pareja o vivir sin ella. La mayoría piensa que el matrimonio es un gran error: «Tener un papel firmado no sirve. ¿Cuántos terminan en divorcio a pesar del compromiso?». «No sirve el matrimonio. No quiero terminar como mis papás». «Lo que cuenta es el amor para vivir juntos». «Primero debemos vivir juntos para conocernos y luego quizás nos casamos». Entonces, me enfoqué en hablar sobre la ciencia del amor y por qué el matrimonio es, más que una emoción, una decisión y compromiso que sí vale la pena.

El amor, según la neurociencia, es un fenómeno biológico que libera neurotransmisores y hormonas, como oxitocina, vasopresina, serotonina y dopamina, que provocan estados emocionales de placer y «felicidad» dentro del cerebro. Gracias a estas liberaciones existe la motivación de vivir con una pareja. El amor es una actividad alegre y útil que abarca el bienestar y sentimientos de bienestar. Sin embargo, es temporal, ya que estas reacciones biológicas desaparecen ante la convivencia diaria y habitual de la pareja.

La mayoría de los jóvenes piensan que estas sensaciones emocionales reflejan el verdadero amor y es lo único que necesitan para «vivir para siempre felices». Pero, los estudios nos indican que no es cierto. El periódico americano Washington Post publicó un estudio en el año 2018 por General Social Survey afirmando que el 41 por ciento de los estadounidenses casados manifestaron ser «muy felices», el 35 por ciento que vivían en unión libre y solamente 18 por ciento, solteros. En ese mismo estudio reportó que el 43 por ciento de los hombres entre 20 y 39 años eran «muy felices» contra el 20 por ciento que vivía en unión libre o solteros.

Podemos concluir que el matrimonio sí vale la pena, ya que es más estable y garantiza una mejor salud mental, física y financiera que solamente vivir juntos. En Estados Unidos, por ejemplo, la mayoría de las uniones libres rompen su relación en promedio de dos años. Las relaciones de cohabitación tienden a ser menos estables que los matrimonios en la mayoría de los países occidentales y Australia. ¿Por qué? La respuesta es sencilla: la unión libre tiene el acuerdo de vivir juntos como prueba y no hay un compromiso a largo plazo como el matrimonio. Cohabitar tiene sus ventajas al reducir sus riesgos económicos al compartir los gastos, pero no existen acuerdos o proyectos a mediano o largo plazo porque están a prueba y, en cualquier momento, pueden romper sus condiciones.

Los estudios nos indican que las mujeres están menos satisfechas que los hombres con sus relaciones amorosas y su ansiedad se acentúa cuando llegan los niños y, al no existir un compromiso, detonan sus problemas emocionales. más cuando no existe un compromiso. El matrimonio ha demostrado mejorar la calidad de la relación y estabilidad en muchos aspectos de la pareja.

El amor y la intimidad son factores esenciales de una pareja, pero no es suficiente. El matrimonio no es tampoco garantía, pero existe la determinación y el compromiso de vivir y tener una relación a largo plazo y no a prueba. Casarse sí vale la pena para una mejor vida de los esposos e hijos.

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