La tecnología y el celular han invadido nuestras vidas, especialmente las de nuestros hijos. Para esta Navidad el regalo que tendrá una alta demanda entre ellos será un celular, smartphone o iPhone.
La mayoría de la Generación Z (nacidos entre el 2000 y 2015) y la Generación Alfa (nacidos entre el 2015 y 2030) está creciendo con un celular en sus manos desde los 3 o 4 años. Michel Desmurget, psiquiatra francés y autor del libro La fábrica de cretinos digitales, afirma que niños menores de 2 años están frente a una pantalla hasta tres horas diarias. Varios estudios señalan que esto detonará una gran cantidad de jóvenes y adultos adictos a la tecnología y con serios problemas emocionales en las próximas décadas.
El año pasado la revista Psychiatry publicó el estudio «Smartphone addiction and associated factors among postgraduate students in an Arabic sample: a cross-sectional study» encontrando que los celulares cumplen con las condiciones necesarias para convertirse en una de las adicciones más peligrosas del siglo 21. Existe una relación directa del uso del celular con riesgos de insomnio (problemas del sueño), depresión y dispersión con impulsividad. Estos hallazgos confirman el impacto de la adicción al celular en la salud mental de nuestros hijos.
Otros estudios nos advierten que el uso exclusivo del celular impacta en el desarrollo de las habilidades sociales de niños y adolescentes: muchos de ellos tienen miedo al rechazo de la interacción cara-cara (face to face) y la evitan usando la tecnología. La tolerancia al rechazo social es muy baja en millones de nuestros jóvenes
Pensemos dos veces si el mejor regalo es un celular para nuestros hijos. Si la presión es muy grande y es imposible impedirlo, debemos tener muy claro su uso responsable en tiempo y contenido, por lo que se recomienda realizar un contrato por escrito con reglas, condiciones y consecuencias claras para ser merecedores del privilegio.
Lo primero que debemos hacer con nuestros hijos es hacerlos conscientes de que un celular no es un juguete y menos un instrumento para desplazar actividades esenciales de la vida como la familia, escuela, deporte, convivencia social, sueño y tiempo libre. Jamás debe ser usado para evitar el aburrimiento sino como un instrumento de comunicación a distancia, cuando no sea posible el contacto personal, y para adquirir información relevante para el desarrollo cognitivo e intelectual.
Se podrá usar en forma recreativa, pero no más de una hora y media al día, y cumpliendo con todas las normas establecidas como respetar el horario del sueño, evitar su uso durante el tiempo de escuela, realización de tareas y estudio, así como no permitir ciertas aplicaciones, mensajes, videos y personas que lastimen tu integridad.
El celular requiere de una gran responsabilidad y madurez de la persona que lo posea. No es un regalo comparable con un balón de fútbol, una bicicleta o una muñeca. Efectivamente, el celular tiene una función lúdica, ya que pueden grabar gran cantidad de videojuegos, pero su conexión con el internet y redes sociales lo hacen un aparato sumamente potente y, en manos inexpertas, con poco discernimiento y carente de fuerza de voluntad para elegir bien las metas; el menor estará predispuesto a sufrir grandes problemas en su salud mental.
British Psychological Society afirma que con una sola hora al día que los niños y adolescentes estén en un celular aumenta significativamente el riesgo de baja autoestima, ansiedad, depresión y pobre calidad de sueño. Hay que estar atentos a esto.