Mi pregunta como maestro universitario es: ¿por qué los alumnos dejan sus responsabilidades hasta el final?
Esta semana se iniciaron las evaluaciones finales de la universidad y me llamó mucho la atención que para un trabajo final que entregaban ese día todavía no habían implementado el taller y su respuesta fue: «Maestro, hoy por la tarde lo llevo al cabo y por la noche le envío el trabajo final».
No fue un solo equipo de trabajo, sino varios. Les contesté: «Tuvieron cinco semanas para realizar su proyecto, ¿por qué lo dejaron hasta el final?», y su respuesta fue: «Profe, usted piensa que es su única materia. Tuvimos otras cosas para hacer».
Ante esta situación podemos concluir que nos enfrentamos a un grupo de estudiantes desidiosos, flojos, desorganizados o apáticos, sin embargo, mi respuesta es no. Nuestros alumnos no son perezosos, sino que no hay priorización en sus vidas. Su jerarquía es muy distinta a la que teníamos durante la vida universitaria.
Un ejemplo: si el día de mañana teníamos un examen final, empezábamos a estudiar por la tarde. Si el grupo de amigos nos invitaba ir al cine, les decíamos que iríamos el fin de semana, ya que había que estudiar. Sin embargo, hoy los muchachos van con los amigos al cine y, al llegar a su casa, se ponen a estudiar sin importar que no duerman. Para ellos son tan importante los amigos como el examen y tratan de cumplir con los dos lo mejor posible sin tomar en cuenta el estrés y desgaste emocional, físico y cognitivo que representa la realización de todas sus actividades.
Durante las cinco semanas anteriores, los estudiantes tuvieron una gran cantidad de tareas sociales, familiares, deportivas, académicas y personales que cumplen sin percatarse de las consecuencias para su salud mental. La ansiedad es, quizás, el problema emocional más frecuente entre nuestros hijos.
Lo pude experimentar durante este semestre al impartir la clase de Desarrollo Socioemocional. En mis clases les tengo prohibido el uso de celular, tableta o laptop salvo cuando se requiere su uso para cumplir un objetivo y evalúo su estado de ansiedad, que generalmente es bajo. Enseguida, en algunas clases permití el uso del celular cuando ellos lo desearan y que no tenían ninguna penalización, y cada 10 minutos hacía preguntas orales sobre lo visto en clase y, si no contestaban correctamente, les bajaba puntos en participación: su nivel de ansiedad aumentó tremendamente.
Al preguntarles por qué, me contestaron: «Tuve más ansiedad porque si revisaba el celular dejaba de escuchar la clase y me bajaba puntos por no poner atención»; «ponía atención a clase, pero estaba muy estresada porque quería ver el celular y no lo hacía porque podía perder puntos»; «quería saber qué pasaba con mi grupo de amigos y tenía ansiedad porque quería ver el celular y escuchar la clase al mismo tiempo».
Existe un déficit de priorización en la vida de nuestros hijos y esto ocasiona un alto riesgo de estrés y ansiedad por querer cumplir con todos sus compromisos. Anteriormente, los deberes escolares tenían preponderancia sobre lo social. Hoy, la jerarquía es horizontal, donde todas sus actividades tienen el mismo valor. Hagamos ejercicios de simulación con jerarquía para que lleven a cabo una actividad a la vez en orden de importancia para evitar la ansiedad.