Aislados en el aislamiento

La pandemia Covid-19 nos ha obligado a retirarnos de nuestros trabajos y escuelas. La mayoría de las familias viven la cuarentena en sus casas sin salir a la calle. Los niños realizan sus actividades escolares desde sus casas y muchos papás viven home office cumpliendo sus compromisos laborales conectados en sus hogares. Experimentamos un aislamiento físico y cara a cara con nuestras familias, amigos y compañeros. Podemos estar desconectados hacia afuera, pero tenemos una gran oportunidad de fortalecer los lazos de comunicación y convivencia entre padres e hijos. Sin embargo, he recibido decenas de mensajes de papás que observan hijos más aislados en este aislamiento: “Mi hijo se la pasa todo el día en la computadora haciendo tareas y luego en videojuegos hasta la madrugada.” “Mi hija no sale de su recámara ni para comer. Dice que extraña a sus amigas y necesita esta conectadas con ellas todo el día.” “Ahora menos los veo y hablo con ellos. Antes los recogía de la escuela y los llevaba a sus actividades por las tardes y platicábamos en el carro.” “Todo lo que les digo se molestan y se encierran en sus cuartos.” Muchos papás e hijos viven aislados en el aislamiento. Hay que evitarlo.

El Dr. Lawrence Palinkas, antropólogo de la Universidad Southern California, escribió un artículo sobre la Locura Polar que analizaba los efectos psicológicos del aislamiento que viven los exploradores polares encontrando que el 60% sufrieron consecuencias negativas como depresión, déficit de sueño, agresividad, irritabilidad y fricciones con sus compañeros de la expedición. El autor de esta investigación menciona otros síntomas negativos como pérdida de la memoria, ansiedad, apatía, aburrimiento, fatiga, dispersión y poco esfuerzo y energía para realizar proyectos personales o profesionales. Muchas familias viven un gran aislamiento familiar a pesar de que están juntos, pero emocionalmente aislados.

Para combatir estos problemas, es importe establecer rutinas y estructura durante el día. Tener horario de comidas, trabajo escolar, recreación, convivencia familiar y dormir nos ayudarán a mantener un orden familiar. Planear actividades y establecer metas les ayudaremos a tener una razón por qué vivir y prevendremos que experimenten algún trastorno emocional similares a los exploradores del Ártico. Es común que la convivencia de un grupo pequeño en forma continua y diaria incremente el riesgo de fricción y conflicto. El cosmonauta ruso Valentin Lebedev, pasó 211 días en forma consecutiva en el espacio en el año 1982, comentó que el 30% del tiempo que viajaron alrededor de la Tierra fuero discusiones y pleitos entre la tripulación. Algo muy parecido de lo que pasaba en las expediciones al Polo Norte y Sur. Es importante reducir el riesgo de peleas entre los hermanos mediante la actividad física. Los estudios nos indican que 20 minutos diarios de ejercicio el cerebro libera endorfinas que reducen la tensión y regulan impulsos destructivos.  Tener 10 a 15 minutos de meditación (mindfulness) ayudan a normalizar las emociones negativas y producir estados de calma y paz. Recordemos que sentimientos de soledad impactan negativamente a nuestra salud mental.

 

Periódico Vanguardia

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