El martes 24 de enero se celebró el Día Internacional de la Educación por iniciativa de la UNESCO y realizó un sondeo entre los padres de familia para identificar sus inquietudes más importantes con respecto a la educación de sus hijos.
Me llamó la atención que una de sus propuestas fue que la escuela es responsable para detectar y atender los problemas socioemocionales y mentales de sus alumnos. Se menciona la gran preocupación de los papás por la seguridad en las escuelas, el incremento de violencia entre los alumnos y la necesidad de tener al menos un psicólogo en cada una de ellas para que realice las funciones de diagnóstico, prevención e intervención en los problemas de conducta y emocional de la población estudiantil.
Estoy totalmente de acuerdo del aumento de problemas de salud mental como ansiedad, estrés, depresión, soledad, baja autoestima, agresividad y pensamientos suicidas entre los alumnos desde preescolar hasta universidad, especialmente después de la pandemia. Definitivamente las instituciones educativas deben establecer los medios para crear ambientes de seguridad y emocionales adecuados entre los estudiantes.
Sin embargo, ¿dónde están los papás en su trabajo de crianza y formación integral de sus hijos? No podemos dejar a las escuelas toda la responsabilidad de la salud mental de nuestros hijos.
El semestre pasado, un padre de familia reclamó al director de una preparatoria privada de Monterrey porque su hijo reprobó cinco materias: «¿Ustedes qué hicieron para ayudarlo?». Por más de cuatro semestres el psicólogo de esa institución trató de canalizarlo con un terapeuta, pero los papás jamás lo hicieron. ¿La escuela es la única responsable de prevenir y tratar los problemas de salud mental de nuestros hijos?
El objetivo más importante de la escuela es instruir y preparar con calidad académicamente a los alumnos para que enfrenten el mundo con éxito. Claro que colabora en la formación integral de sus estudiantes, pero es la familia el agente social fundamental de la formación de sus hijos.
Cuidar bien la salud mental de un hijo es una parte vital de la crianza. Los niños están sujetos a influencias potencialmente dañinas y necesitan el amor y el apoyo de sus padres para ayudarlos a lidiar con el estrés. Afortunadamente hay formas de garantizar que su hijo sea feliz, saludable y esté listo para enfrentar el mundo. La mejor manera de apoyar la salud mental de su hijo es tomarse el tiempo para aprender lo que necesita.
Además de lo básico, los niños necesitan orientación, instrucción y modelos positivos a seguir. También necesitan oportunidades para aprender y practicar habilidades sociales. En pocas palabras, el papel de los padres es dar a sus hijos las herramientas para tener éxito en la vida.
Una de las cosas más importantes que se pueden hacer es asegurarse de que su hijo tenga un entorno familiar seguro y estable. Si su familia no está cerca físicamente, intente organizar visitas virtuales. Esto puede permitir que sus hijos pasen un rato cara a cara con sus personas favoritas, aunque sólo sea por unos minutos.
Además de satisfacer las necesidades básicas, su papel como padre es construir una relación sólida con su hijo. Si desea asegurarse de que su hijo tenga un buen sentido de autoestima y confiabilidad, desarrollar y mantener un vínculo sólido con su hijo lo ayudará a enfrentar la adversidad más adelante en la vida.
La mejor manera de aumentar la salud mental de su hijo es crear un hogar estable donde pueda sentirse seguro y amado. Ya sea que viva con usted o no, dedique tiempo a los pasatiempos y actividades de su hijo. Tener una familia o amigos en los que apoyarse es una excelente manera de mejorar su propia salud mental. Los padres también pueden ayudar a sus hijos a superar tiempos difíciles demostrando su propia resiliencia, enseñándole cómo lidiar con problemas y fracasos.
No tengamos miedo en recurrir a un profesional como un psicólogo, terapeuta, psicopedagogo o psiquiatra cuando el problema sea mayor y requiera de una atención especializada. Recordemos que padres y escuela son colegas y no enemigos. Necesitamos trabajar de la mano por y para el bien de nuestros hijos.