El jueves pasado, EL NORTE publicó el artículo en la sección Nacional «Alertan por rezago de 3 ciclos escolares», sobre el progreso educativo de los chicos entre 10 y 15 años durante esta pandemia.
El estudio fue realizado a 2 mil estudiantes de cuarto de primaria a tercero de secundaria de escuelas públicas. Felipe Hevia, colaborador del estudio y director del Proyecto Medición Independiente de Aprendizajes (MIA), explicó que los primeros resultados muestran que más del 60% de los alumnos no comprende un texto de cuarto de primaria y más del 40% no entiende un texto de segundo de primaria.
Además, el rezago de matemáticas es enorme ya que casi el 90% no pudo resolver problemas de tercero de primaria y un 36% no pudo resolver correctamente restas simples.
Quizá podemos cuestionar la validez y confiabilidad de los resultados, sin embargo, este rezago educativo no es exclusivo de nuestros estudiantes.
Existe esta misma preocupación a nivel global. USA Today news publicó en diciembre pasado «Students are falling behind in online school. Where’s the COVID-19 ‘disaster plan’ to catch them up?» (Los estudiantes tienen un retroceso en su aprendizaje en escuela a distancia. ¿Dónde está el «plan de desastres» COVID-19 para evitarlo?).
McKinsey & Company, asociación americana cuyo objetivo es la transformación al bien común, hace unos meses publicó un estudio que encontró que la mayoría de los estudiantes tendrá un retraso de casi un año académico al regresar a clases presenciales este otoño 2021.
El Covid-19 cerró la mayoría de las escuelas y se implementaron diferentes estrategias tecnológicas para continuar con el aprendizaje como clases sincrónicas y asincrónicas, estilos híbridos especialmente en preescolar, clases por televisión, por mencionar algunos.
El aprendizaje fue muy afectado, especialmente en poblaciones menos favorecidas y la disciplina escolar con mayor retraso fue matemáticas y la lectura de comprensión.
Las escuelas deben saber rebotar para no continuar con el deterioro académico. Deben centrar sus esfuerzos en adecuar físicamente los espacios para cumplir con las normas sanitarias, acondicionar los salones de clase y su tecnología, diseñar e implementar nuevas estrategias de aprendizaje presenciales, sincrónicas y asincrónicas para una educación balanceada y eficiente y crear programas para reducir el rezago educativo y fortalecer los estados emocionales y ejecutivos de los estudiantes.
Aquí no termina todo, el estudio de MIA afirma que la mayoría de los niños y adolescentes presenta alguna alteración socioemocional por la pandemia: Miedo, inseguridad, estrés y ansiedad.
Una investigación de la European Paediatric Association encontró que los problemas emocionales más comunes originados por esta pandemia son irritabilidad, preocupación o ansiedad, obsesión, miedo, trastornos del sueño e inseguridad.
El desafío es muy grande para las escuelas.
Presento algunas alternativas para que el rebote sea hacia arriba y no para hundirnos más:
– Regresar a lo básico (matemáticas y lectura)
– Hacer un diagnóstico del nivel académico
– Trabajar en la resiliencia, inteligencia socio-emocional e inteligencia ejecutiva
– Colaborar con los padres de familia
– Elaborar un diseño instruccional directo y de metacognición
– Tener modalidades híbrida, simultánea, sincrónica, asincrónica y a distancia efectivas.