Nos enfrentamos a una generación de niños y adolescentes saturados de «compromisos», por lo que no tienen tiempo para vivir sanamente y tener experiencias para su salud mental como hacer ejercicio, dormir, convivir y tener un pasatiempo.
Muchos papás culpan a la escuela o al trabajo de las excesivas tareas y responsabilidades que estresan a los chicos. Sin embargo, ¿sabemos cuánto tiempo usan por ocio o juego en su celular o tableta?
Jonathan Haidt, autor del libro Generación ansiosa, afirma que las redes sociales y la tecnología han absorbido hasta ocho o nueve horas diarias, provocando gran cantidad de menores con problemas de salud mental en el mundo.
El día tiene 24 horas y, si las distribuimos en ocho horas dedicadas a la escuela y trabajo, ocho horas para dormir y las últimas ocho horas para nuestro crecimiento personal como comer, bañarnos, convivir, hacer deporte, leer o realizar un pasatiempo, ya terminamos el día. Pero, si al día le agregamos otras ocho horas para redes sociales, videojuegos, series y revisar notificaciones, veremos mermados nuestro sueño, estudio o trabajo.
Esta semana es de exámenes semestrales y a la mayoría de los alumnos los observo exhaustos. Me dicen: «Maestro, no he dormido por tantos trabajos y exámenes». Sin embargo, los veo en sus celulares viendo películas o revisando sus redes.
La atención es fundamental para el aprendizaje, pero ahora es más difícil, ya que su atención está dispersa por las interrupciones al recibir alrededor de 257 notificaciones diarias, según Haidt. El lóbulo frontal tiene una de las funciones más importantes que es la atención y, en la adolescencia, está en desarrollo. Sin embargo, se estanca al tratar de mantener la atención ante tantas interrupciones.
Otro problema muy severo es que el cerebro tiene que adaptarse a una sobreestimulación de información digital y, al no tenerla, reacciona con conductas irritables, por lo que los chicos son menos felices.
Comprendo que la presión es enorme, pero necesitamos hallar un equilibrio y no dejar que nuestros hijos traigan todo el día su celular en la bolsa o para ir a dormir o en la escuela. Los papás deseamos que puedan comunicarse en un momento de crisis, pero en la escuela los maestros y en la dirección encuentran un teléfono. Un día se me olvidó el celular y tuve un desperfecto del carro. No tuve dificultad para comunicarme con la grúa, ya que hubo personas que me ofrecieron prestarme su teléfono.
Necesitamos regular el tiempo de pantalla de nuestros hijos para que, ahora sí, «tengan tiempo». Tiempo para dormir, hacer deporte, leer, caminar, platicar con la familia y amigos, estudiar, meditar, trabajar o practicar un pasatiempo. ¿Queremos hijos con buena salud mental y felices? Tenemos que ir contra la corriente y dejar de ser permisivos y sobreprotectores.
Sé que no es fácil y menos ahora cuando «todo se vale» y «no pasa nada» ante experiencias tóxicas. ¿Queremos ser buenos padres? No hay que ser perfectos, sino estar presentes y crear ambientes propicios para que nuestros hijos puedan fortalecer sus personalidades y enfrentar los grandes desafíos del siglo 21.
Así como nuestro sistema inmunológico necesita de gérmenes para fortalecerse, nuestros hijos necesitan exponerse a carencias y fracasos para fortalecer su resiliencia.