No solucionemos todos sus problemas

En este regreso a clases, nuestros hijos pueden presentar situaciones de ansiedad ante la inseguridad del salón, compañeros, maestro y cursos nuevos. Algunas de sus posibles inquietudes pueden ser: «¿Mis amigos estarán en mi salón? ¿Será duro el maestro? ¿Las materias serán complicadas y habrá mucha tarea?

Estos miedos son normales y los nuevos retos los fortalecerán y harán más resilientes para ser capaz de enfrentarlos «solos» y encontrar las mejores estrategias para adaptarse y sobrevivir el año que empieza. Papás: los invito a no intervenir para solucionarles todos sus problemas. Como escribió Ana Cristina Aristizábal Uribe en su artículo «Cómo anular a una persona»: «El peor daño que se le hace a una persona es darle todo. Quien quiera anular a otro sólo tiene que evitarle el esfuerzo, impedirle que trabaje, que proponga, que se enfrente a los problemas de cada día, que tenga que resolver dificultades».

Podemos escuchar a nuestros hijos decir: «Mamá, todos mis amigos están en otro salón. Nadie tocó conmigo. Estoy triste», o también: «Papá, la maestra titular que tengo este año es muy enojona y encarga mucha tarea». Entonces, los papás tenemos la tentación de ir a la escuela y exigir que a mi hijo lo cambien de salón.

Claro que a ninguna madre y padre nos gusta ver sufrir a nuestros hijos y nos brota el complejo de que somos los «salvadores» y los rescatamos ante cualquier adversidad. Nos duele, pero debemos tener el valor y la convicción de que nuestros hijos necesitan enfrentar pequeñas dificultades para que desarrollen su tolerancia, resiliencia, carácter y retraso en la gratificación o recompensa, ya que son capacidades esenciales para sobrevivir y poseer salud mental.

La pandemia ha ocasionado grandes cambios emocionales y de conducta en nuestros hijos. En un artículo publicado por Wen Yan Jiao titulado «Behavioral and Emotional Disorders in Children during the COVID-19 Epidemic» («Trastornos de conducta y emocionales en niños durante la epidemia del COVID-19») afirma que el mayor impacto negativo emocional en nuestros hijos es «Clingy» con un casi 40 por ciento de los niños. ¿Qué significa en inglés «Clingy»? Se puede traducir como dependencia. En otras palabras, Yan Jiao menciona que durante la pandemia el 40 por ciento de los niños desarrollaron mayor dependencia hacia sus papás.

Hace tres meses realicé un pequeño estudio cuestionando a más de 300 papás sobre sus intervenciones cuando su hijo estaba tomando clases a distancia, realizando exámenes o elaborando tareas. El resultado fue impactante: más del 90 por ciento de los padres confesaron que, al menos una vez, realizaron tareas que correspondían a sus hijos como tomar notas de clase mientras su hijo jugaba, apagaban la cámara y escuchaban al maestro mientras su hijo dormía, conseguían y elaboraban sus tareas o les ayudaban a contestar los exámenes.

Todo esto ha provocado una generación de niños dependientes y que esperan que sus papás les resuelvan todos sus problemas. Ya algunos maestros me han comentado en estos primeros días de clases que la mayoría de sus alumnos están con una actitud pasiva ante las actividades escolares y esperan que el maestro realice sus tareas.

Nuestra misión es preparar a nuestros hijos al camino y no al revés. No hagamos su camino más fácil, ya que estaremos formando una generación frágil y vulnerable. Queremos hijos fuertes que sepan tomar buenas decisiones, aceptar sus consecuencias, aprender de sus errores y luchar con esfuerzo y persistencia hasta lograr sus sueños sin importar los fracasos y adversidades que se encuentren en su camino.

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