Hace días platicaba con una adolescente (14 años) que me comentaba que le encanta ir a fiestas y reuniones con sus amigos, pero a partir de este año ya cambió de opinión: “Doctor, soy una chica muy social y me encanta convivir con mis compañeros y amigos, pero últimamente ya no. Toman demasiado alcohol y tengo que estar cuidado que mis amigos no cometan una barbaridad porque son muy impulsivos, y que mis amigas no se acuesten con todos. Es muy común que se pongan hasta el fondo”.
Estamos próximos a celebrar fechas próximas de posadas y fiestas de fin de año. Es común que los muchachos se organicen y planeen fiestas para pasarla muy bien. Pero papás, ¿sabemos cómo la pasan? Muchos padres piensan que al celebrarse en casa de otros papás estarán vigilados y supervisados. Desafortunadamente, muchas veces no ocurre esto. Estudios en el Hospital McLean y en otros lugares han demostrado que el alcohol afecta el cerebro de los adolescentes de manera profunda y peligrosa.
Durante la adolescencia y los primeros años de la edad adulta, el cerebro todavía se está desarrollando, lo que lo hace más vulnerable al alcohol que el cerebro adulto. Por otra parte, la investigación indica que cuanto más antes una persona comienza a beber, es más probable que desarrolle problemas graves con el alcohol o la adicción a las drogas más adelante en la vida.
Debido a los graves efectos, a corto y largo plazo, del consumo y mal uso del alcohol, es esencial que los adolescentes, padres, maestros y profesionales de la salud adquieran una comprensión más profunda del consumo de éste y el desarrollo del cerebro de los adolescentes. Todos debemos trabajar juntos para disipar los conceptos erróneos comunes sobre los adolescentes y el alcohol.
¿Por qué es peligroso beber entre adolescentes? Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad en Estados Unidos, el alcohol es la droga más usada y empleada indebidamente entre los adolescentes y jóvenes. El consumo excesivo de alcohol en menores de edad es responsable de más de 4 mil 300 muertes entre individuos cada año en Estados Unidos. Hoy el consumo en exceso de éste no es exclusivo de los hombres; varios estudios nos indican que las niñas consumen grandes cantidades. Existe evidencia científica de que el alcohol afecta significativamente el aprendizaje y la memoria en los adolescentes.
Los adultos que beben experimentan también problemas. Sin embargo, el aprendizaje y la memoria están considerablemente más comprometidos por el alcohol en los adolescentes que en los adultos. Esto se debe a que el cerebro está experimentando un desarrollo importante hacia la madurez, incluyendo mejoras en las funciones de toma de decisiones y conexiones asociadas con el centro de la memoria, que dura a lo largo de la adolescencia y en los primeros 20 años de una persona, el periodo exacto de tiempo en que comienza el consumo de alcohol y su mal uso.
La investigación muestra que cuanto más joven es una persona cuando comienza a beber, mayor es la probabilidad de un problema de alcohol más adelante en la vida. Por ejemplo, los hallazgos de la Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas y Salud muestran que “los adultos de 21 años o más que habían consumido alcohol por primera vez a los 14 años o menos, eran más propensos a ser clasificados con dependencia al alcohol o abuso que los adultos que tuvieron su primera bebida a los 21 años o más”.
Muchos papás piensan que si enseñamos a tomar alcohol a los hijos, los hará menos propensos para consumirlo. Sin embargo, enseñarles a tomar tiene mayor riesgo de adicción. En vez de “enseñarles a tomar” es mejor “enseñarles a no tomar”. Por lo tanto, es importante educar a los adolescentes y sus cuidadores sobre el impacto del uso en el cerebro y la protección que viene con esperar a beber hasta que se hace la transición neurobiológica a la edad adulta. Una comprensión firme de la ciencia detrás del consumo de alcohol y el desarrollo del cerebro en adolescentes está ayudando a alentarlos a tomar mejores decisiones sobre el consumo de alcohol y a dar a los adultos mejores herramientas para desalentar los comportamientos de riesgo.
Estoy muy orgulloso que todavía hay niños y niñas que saben tomar buenas decisiones y decir “NO” ante situaciones que pueden ser dañados. La respuesta de la chica adolescente es extraordinaria, y refleja su valor y confianza que tiene a sus padres, que no se deja influir por la presión y aprobación de sus amigos. Ojalá que todos nuestros hijos tuvieran la misma actitud y sabiduría.