Todos deseamos ser felices y muchas veces buscamos la felicidad en el exterior cuando es de nuestro interior. En otras palabras, «la felicidad surge por cómo pensamos sobre el mundo y no del mundo mismo».
Al respecto, existen tres hábitos destructivos que pueden sabotear los mejores momentos de nuestras vidas. Necesitamos descubrirlos y corregirlos:
1. Usar las emociones para tomar decisiones. Muchas veces reaccionamos y elegimos acciones dependiendo de cómo nos sentimos. Por ejemplo: «Me siento enojado contra mi pareja y decido descargar todas mis quejas hacia ella» o «Me siento desmotivado y decido quedarme acostado en lugar de hacer ejercicio o salir con los amigos como prometí».
Es muy fácil seguir nuestros sentimientos, porque son fuertes y muchas veces persuasivos. Sin embargo, el impulso emocional es un pobre indicador de eficacia y utilidad. Cuando nos sintamos abrumados por una emoción fuerte, debemos preguntarnos «¿Qué es lo mejor a largo plazo? ¿Qué es lo que realmente me hará feliz?».
Al descargar nuestra carga negativa hacia mi pareja quizás nos haga sentir bien en ese momento, pero a largo plazo irá erosionando la confianza y deteriorando el matrimonio. Si me quedo acostado en el sofá viendo televisión porque no traigo ganas de hacer ejercicio sentiré un pequeño bienestar de descanso, pero a largo plazo me sentiré culpable por haber desperdiciado ese tiempo para tener un mejor bienestar.
No podemos tomar decisiones basándonos solamente en nuestros sentimientos. Como dijo el gran filósofo y pensador alemán Friedrich Nietzsche: «El que tiene un por qué vivir puede soportar casi cualquier cómo».
2. Expectativas irreales. Las expectativas son supuestos sobre cosas que deberían ocurrir. Por ejemplo: espero que mi novio me invite y pague la entrada y las palomitas del cine o espero que mi jefe sea comprensivo ante mi estado de salud y me autorice ir a casa o espero que el maestro sea comprensivo y me deje entrar a presentar el examen, aunque haya llegado tarde.
Esperar que todas las personas sea perfectas y que todo saldrá como deseamos es una actitud muy peligrosa, ya que constantemente nos enfrentaremos a grandes decepciones que afectarán a nuestra salud mental. Nada es definitivo y, aceptarlo, nos hará felices. Cuando admitamos que las personas no son perfectas, desde ese momento aceptaremos a las personas tal como son.
3. Pensamientos negativos. Constantemente nos hablamos a nosotros mismos: «Soy un tonto». «Nunca podré aprender matemáticas». «Nadie quiere ser amigo mío». «Soy fea y siempre seré rechazada».
Esta plática con nosotros mismos se llama autodiálogo y muchas veces los pensamientos e ideas tienen una orientación negativa hacia nosotros y la vida. Esta forma de hablarnos puede producir una conducta rumiante tóxica. Un rumiante emocional es la persona cuya mente contiene sentimientos, creencias y pensamientos negativos que transfiere a su vida.
Recordemos que la forma de pensar se refleja en las emociones. Si solamente generamos pensamientos negativos experimentaremos sentimientos que producen problemas de salud mental como soledad, estrés, ansiedad, apatía, depresión y hasta pensamientos suicidas. ¿Quieres ser feliz? Que tu diálogo interno no sea negativo. No te enganches con expectativas imposibles de tener y usa tu carácter y valores.
Cuando se tienen pensamientos negativos es muy difícil avanzar en la vida. A medida que uno va creciendo en edad deja de ponerle atención a cosas que te hacen daño