Me gustaría iniciar con una línea de la novela post-apocalíptica de G. Michael Hopf Those Who Remain (Los que quedan): «Los tiempos difíciles crean hombres fuertes, los hombres fuertes crean buenos tiempos, los buenos tiempos crean hombres débiles y los hombres débiles crean tiempos difíciles».
Estamos en una era en la que vivimos en tiempos buenos.
Nuestros padres y abuelos crearon buenos tiempos. Construyeron edificios y ciudades modernas, coches, inventaron internet, han hecho todo accesible. Y la lista continúa. La Generación Silenciosa, nacida antes de 1950, los Baby Boomers, que nacimos entre 1950 y 1965, y la Generación X, nacidos entre 1966 y 1984, crearon buenos tiempos con esfuerzo, trabajo y sacrificio.
Sufrieron carencias y construyeron un mundo fuerte para que las generaciones venideras tuvieran una mejor vida. Puesto que tenían figuras humanas fuertes, construyeron el mundo y crearon tecnologías modernas. Las grandes dificultades que vivieron las generaciones anteriores a 1984 los hicieron más fuertes y reconstruyeron un mundo que ha sido tomado por los millennials, nacidos entre 1985 y 2000.
Nuestros hijos están viviendo mejores tiempos que hace 50 años y tienen el riesgo de convertirse en una generación muy débil. Esta modernización significa que los chicos de hoy están siendo criados en una burbuja de sobreprotección y consiguen todo lo que quieren en forma inmediata: teléfonos, computadoras portátiles, automóviles, videojuegos, porno gratis… y la lista continúa. Todo lo que quieren lo reciben sin trabajo duro.
La mayoría de nuestros niños y adolescentes se la pasan todo el día frente a sus computadoras jugando videojuegos. O están sentados en sus teléfonos navegando por internet. Tienen muy poco contacto con el mundo real.
Estamos formando a nuestros hijos en una cápsula que evita el sufrimiento y el dolor que conlleva lograr algo. No se acostumbran a las interacciones sociales del mundo real y muchas veces ni siquiera son rechazados por una chica cara a cara. Simplemente se deslizan hacia la derecha si les gusta alguien y, si no, van a la siguiente. Este estilo de vida de sobreprotección, con la total ausencia de rechazo, dolor y sufrimiento para lograr algo, hace que los jóvenes sean débiles y con poca resiliencia.
¿Podemos dar vuelta al camino? Es una buena pregunta. Para criar y formar hijos fuertes e independientes debemos crear tiempos difíciles para ellos. Y no me refiero a no darles comida o hacer trabajos forzados. Debemos enseñarles el valor de las cosas, mostrarles que lograr u obtener algo significa que tienes que trabajar para conseguirlo. Hacerlos salir al mundo real y experimentar cosas. Que peleen con sus amigos, que caigan y se levanten.
Déjelos participar en interacciones sociales cara a cara para que no se asusten de su propia sombra. Deje que sus maestros les llamen la atención y den malas calificaciones para que aprendan que deben trabajar para obtener buenos resultados.
Nadie quiere tener tiempos difíciles y menos para nuestros hijos, pero es importante que experimenten la vida tal como es, a fin de que sean fuertes y resilientes.