Estoy muy impresionado de ver cómo el consumo de alcohol ha invadido la vida de nuestros hijos desde edades muy tempranas. La mayoría de los papás piensa que la causa de esta adicción es la presión de los amigos. Y, claro, es cierta esta afirmación.
Sin embargo, los estudios nos indican que hay otro motivo muy importante para que los niños y adolescentes consuman alcohol. Dicen: «es para disminuir mi ansiedad». Y, aunque se sabe que el alcohol ayudará a calmar los nervios, relajará la tensión del cuerpo y todas las inhibiciones desaparecerán, la ansiedad se disparará.
La neurociencia ha demostrado que la respuesta del cerebro al alcohol tiene un efecto negativo, ya que incrementa la ansiedad, acelera nuestros pensamientos negativos, aumenta la frecuencia cardíaca y presión arterial, junto con otras consecuencias fisiológicas negativas. Cuando introducimos alcohol en nuestro cuerpo, el impacto seductor a corto plazo es que actúa como un depresor y altera nuestras capacidades cognitivas.
Es alarmante el aumento de adolescentes y jóvenes con problemas de salud mental que buscan alivio y refugio en el alcohol. Como resultado, comienzan a beber más para lograr los efectos relajantes repentinamente elusivos que desean. Sin embargo, el cerebro hará pagar con deterioro cognitivo a corto y mediano plazo, teniendo efectos en pérdida de memoria, problemas de concentración, abulia (carencia de iniciativa y esfuerzo para realizar y terminar tareas) y carencia de metas y sentido significativo de vida.
El mayor peligro del consumo del alcohol es que nunca será suficiente. La mayoría de las veces empezamos a beber para sentirnos bien y luego seguimos bebiendo para evitar sentirnos mal. Es un círculo que jamás terminará, ya que tomaremos alcohol y luego viene la resaca y nos sentimos peor. Y nuevamente volvemos a tomar mayor cantidad para no sentirnos mal y relajarnos, pero al terminar su efecto nos sentiremos peor y volveremos a tomar.
Necesitamos advertirles a nuestros hijos que deben pensar dos veces la próxima vez que quieran tomar un trago para «relajarse». Nuestros hijos se encuentran a la orilla de un abismo y sin conocimiento de las consecuencias de consumir alcohol en la adolescencia. El cerebro del adolescente se encuentra en un momento crítico de crecimiento y fortalecimiento, y cualquier adicción provocará un mayor daño e impedirá un sano desarrollo.
El riesgo de la dependencia es más grande en esta etapa por la alta producción de dopamina (neurotransmisor cerebral que produce placer) al consumir alcohol y, por consecuencia, habrá un gran riesgo de adquirir la adicción toda la vida. Los estudios nos indican que, por cada 10 adultos adictos a alguna sustancia, nueve iniciaron su consumo en la adolescencia. Estemos alertas.
A mí me ha servido un taller que tomé con usted y también leer y discutir junto con mis hijos pre-adolescentes el libro de «mi cerebro mi mejor amigo o mi peor enemigo» para que entiendan como funciona el cerebro en la adolescencia y como se generan las adicciones (el buscar siempre más dopamina), pues más que nosotros los padres, es muy importante que sean ellos los que sepan está información y la analicen.