Estos días pasado he estado interactuando con mis alumnos de profesional y me expresan un gran cansancio. Les cuesta mucho trabajo estar presentes en línea en las clases de las 8:30 am y 10:00 am. Al preguntarles el motivo de su poca energía a primeras horas de la mañana contestaban que habían dormido pocas horas. Inmediatamente les comenté que no deberían estar tan tarde en las redes sociales, pero me dijeron: “Maestro, no estamos en redes sociales. Nos acostamos a las once de la noche, pero no nos da sueño.” Otra alumna nos comentó: “Todas las noches me acuesto a las once de la noche y no puedo dormir. Algunas veces me duermo a la una de la mañana, pero a las 3 am me despierto y ya no puedo dormir. Estoy como zombi en mis clases en línea por la mañana y entonces, me duermo cuatro o cinco horas por la tarde y vuelve ocurrir este ciclo vicioso todos los días” Este patrón de sueño está ocurriendo más entre nuestros hijos. Nos estamos enfrentamos a un serio problema de insomnio.
En los últimos años la generación de niños, adolescentes y jóvenes presenta un uso excesivo de tecnología y pantalla llegando a un promedio de 6 a 7 horas diarias. Con esta contingencia y aislamiento muchos de ellos han incrementado el tiempo en sus celulares y tabletas ya que muchas instituciones educativas han implementado clases y actividades académicas en línea. una adicción a la pantalla. Además, hay un aumento de ansiedad entre nuestros chicos por la incertidumbre y el temor de esta pandemia. Observan a papás más estresados ante el riesgo de perder sus trabajos y una posible crisis económica en sus hogares. Todo esto es una bomba de tiempo que necesitamos regular.
Sabemos que la luz que emiten los aparatos digitales reduce la producción de la hormona melatonina encargada del sueño. El cerebro al recibir señales de oscuridad en el medio ambiente inmediatamente la melatonina empieza su trabajo provocando el sueño. Sin embargo, si el cerebro constantemente está recibiendo luz de pantallas esta hormona permanece inactiva. En un estudio realizado por el Hospital Brigham en Boston en los Estados Unidos encontró que las personas que leían libros electrónicos antes de dormían producían menos niveles de dopamina que libros impresos. Los que leían libros electrónicos decían que estaban menos cansados para dormir por la noche, pero en la mañana mostraban mayor agotamiento a pesar de que tenían la misma duración de sueño que los que leían libros impresos. La luz de las pantallas afecta la fase profunda (REM) del sueño que produce mayor descanso.
Entiendo que hay mayor trabajo en línea, pero procuremos que nuestros hijos no descansen usando más tiempo de pantalla. Nos pueden comentar que ya terminaron su tarea y que van a descansar entrando a sus redes sociales, videojuegos o series de televisión. Evitemos este error. Necesitan que hagan actividades de no-pantalla como ejercicio físico, platicar (cara a cara) con la familia, realizando hobbies (tocar un instrumento musical o armando un rompecabezas), realizar actividades domésticas o tener sesiones de meditación o relajamiento. Establezcamos horarios para regular su ciclo de sueño. No permitamos tecnología en sus recámaras, especialmente por la noche. Y evitar exponerse a la luz de pantalla al menos dos horas antes de dormir. Si no tomos medidas hoy, tendremos un rompimiento psicológico y emocional de nuestros hijos mañana. LA NOCHE ES PARA DORMIR.
Familia21
Sección Vida
Periódico El Norte