¡NO MÁS VAMPIROS!

[vc_row css=».vc_custom_1538637735250{padding-top: 0px !important;padding-bottom: 0px !important;}» el_class=»single-post»][vc_column][vc_column_text el_class=»single-post-content» css=».vc_custom_1567539423030{margin-bottom: 35px !important;}»]Nuestros hijos pasan más tiempo en sus celulares y tabletas que durmiendo. La falta de número de horas de sueño está muy relacionada a la depresión y ansiedad. Una de mis alumnas universitarias me comentó en clase: “Maestro, el año pasado me pasaba más de 13 horas al día en mi celular y el psiquiatra me diagnosticó un serio cuadro de depresión y ansiedad. Mi madre me quitó toda tecnología por 3 meses. Empecé a comer mejor, dormir más, la ansiedad desapareció y empecé a salir mejor en mis calificaciones. Hoy estoy máximo en mi celular 1 hora al día, estoy trabajando en mi depresión y ya estoy saliendo adelante. Tuve una gran adicción al celular y me estaba destruyendo.”

La Dra. Jean Twenge, profesora de psicología de la Universidad Estatal de San Diego, reportó en su artículo Teens are sleeping lessbut there’s a surprisingly easy fix(Los adolescentes duermen menos – pero hay una forma de fácil arreglarlo) que hay un aumento del 22% de los adolescentes que duermen menos de 7 horas diarias entre 2012 al 2015. Los expertos en la neurociencia recomiendan que los adolescentes duerman al menos 9 horas cada noche. Su cerebro está en cambio y necesitan el reposo para que se reestructure adecuadamente. Sin embargo, según la Dra. Twenge afirma que casi el 50% de los adolescentes duermen menos de 7 horas y esto indica un trastorno de déficit de sueño. Este dato no está ajeno a nuestra realidad. Cada lunes tengo una clase a las 7 de la mañana y les pregunto a mis alumnas cuántas horas durmieron de domingo a lunes. El domingo es noche de escuela y el lunes es inicio de semana laboral y clases por lo cual es importante descansar para tener la suficiente energía y esfuerzo toda la semana. Sin embargo, el promedio es 5 horas de sueño. Y tuve 4 alumnas que solamente durmieron 2 horas. Ninguna de ellas durmió 8 o más horas.

Jean Twenge nombra a estos adolescentes “iGen” ya que pasan toda su vida en sus celulares. Les pedí a mis alumnas, este lunes pasado, que revisaran sus celulares y vieran cuánto tiempo han pasado en promedio la semana pasado y su promedio fue 6 horas al día. Aún más, le pedí a una alumna que viera el tiempo de celular ese mismo lunes a las 7:30 am y me dijo: “Hoy he estado casi 1 hora.” Y le comenté: “Todavía ni empieza la semana y ya estás 1 hora.” Los adolescentes que pasan más tiempo en sus redes sociales, videojuegos o en línea tienen mayor predisposición en dormir menos. En cambio, los que pasan más tiempo con amigos en relación cara a cara (face to face) o hacen deporte duermen más.

Hay una correlación muy alta entre déficit de sueño y trastornos académicos y emocionales como: bajo rendimiento académico, incapacidad de concentración, disminución de comprensión y memoria, incremento de estrés y ansiedad, poca tolerancia a las frustraciones e impulsividad, incremento de conductas desafiantes, depresión e ideación suicida. La mayoría de mis alumnos se duermen con el celular al lado de la almohada y me dicen que lo consultan antes de dormir y es su alarma. La luz azul que emiten los celulares reducen la producción de melatonina (hormona cerebral que produce el sueño) y mantiene al cerebro en vigilia.  La mayoría de los adolescentes admiten que están en sus celulares, mientras los papás duermen.

La solución es fácil aunque difícil de implementar: “NO CELULAR AL DORMIR.” Compren relojes económicos con alarmas para despertar a sus hijos. Conseguir aplicaciones para apagar la tecnología a cierta hora de la noche, poner todos los aparatos en la recámara de los papás y que sea el único lugar para cargar la batería. Transformemos nuestros “vampiritos” en personas diurnas que vivan el día con plenitud y la noche para descansar y recuperar todas las fuerzas.

Familia21

​​​Sección Vida​​

Periódico El Norte

 

 

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