Más cercanos, pero solos

El mundo ha creado, gracias a la tecnología, redes sociales que nos unen a miles de kilómetros en forma instantánea, pero somos la generación que padecemos más la soledad. ¿Por qué?

Los humanos somos sociales por naturaleza. Sin embargo, el modo de vida moderno en los países industrializados está reduciendo en gran medida la cantidad y calidad de las relaciones sociales. Muchas personas en estos países ya no viven en familias extensas o incluso cerca unas de otras. A menudo viven en el otro lado del país e incluso del mundo.

Muchos también retrasan casarse y tener hijos. En los países desarrollados, cada vez más personas de todas las edades viven solas y la soledad es cada vez más común. En el Reino Unido, según una encuesta de la Mental Health Foundation, el 10 por ciento de las personas se sienten solas.

Del mismo modo, al otro lado del Atlántico, en las últimas dos décadas se ha triplicado el número de estadounidenses que dicen no tener confidentes cercanos. Hay razones para creer que la gente está cada vez más aislada socialmente.

Los psicólogos sociales y sociólogos piensan que el aislamiento es malo para la salud humana. Muchos estudios demuestran que las personas con menos relaciones sociales mueren antes que las personas con más relaciones sociales. Sin embargo, la idea de que la falta de relaciones sociales es un factor de riesgo de muerte todavía no es ampliamente reconocida por las organizaciones de salud y el público con excepción de Inglaterra. Los estudios nos indican que la influencia de las relaciones sociales en el riesgo de muerte es comparable con factores de riesgo bien establecidos de mortalidad como el tabaquismo y el consumo de alcohol, y excede la influencia de otros factores de riesgo como la inactividad física y la obesidad.

Estos resultados nos apuntan a un mayor compromiso de crear para nuestros hijos diferentes ambientes como la familia, la escuela, el club deportivo y el barrio para hacerlos conscientes de la importancia de las relaciones sociales en su salud física, mental y emocional. La mayoría de los maestros reportan una gran preocupación por la inmadurez emocional y falta de habilidades sociales entre sus alumnos después de la pandemia. El aislamiento social de más de dos años provocado por el Covid-19 no solamente estancó las capacidades de interacción de nuestros hijos sino incrementó problemas de salud mental como ansiedad, inseguridad, baja autoestima, depresión, abandono y soledad.

Vivimos en un mundo en donde la cantidad y calidad de las relaciones sociales en las sociedades industrializadas están disminuyendo. Por ejemplo, las tendencias revelan una vida intergeneracional reducida, una mayor movilidad social, un matrimonio retrasado, familias más ocupadas y sin hijos, así como mayor consumo de tiempo de pantalla con gran detrimento de las relaciones cara-cara.

Estos hallazgos sugieren que, a pesar de los aumentos en la tecnología y la globalización que presumiblemente fomentarían las conexiones sociales, las personas están cada vez más aisladas socialmente. No olvidemos a nuestros amigos y compañeros del barrio, escuelas o trabajo y tengamos reuniones esporádicas mensualmente o al menos una vez al año.

Busquemos excusas para visitar a nuestros familiares, especialmente los de la tercera edad. Promovamos en nuestros hijos abrir sus corazones y mentes a sus compañeros y fomentemos la creación de nuevos amigos.

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