El pasado 5 de marzo publiqué en esta columna el artículo Niños ‘Cristal’ advirtiendo de la nueva generación de niños, adolescentes y jóvenes con una mayor fragilidad de salud mental, y que se refleja en un aumento de casos de depresión, ansiedad, baja autoestima, baja tolerancia a las frustraciones y poco sentido significativo de vida.
Mark Rego, psiquiatra de la Universidad de Yale, nos explica en su libro más reciente Frontal Fatigue (Fatiga Frontal) que las enfermedades mentales se han disparado junto con el uso de la tecnología que fue creada para mejorar nuestro mundo.
Fatiga Frontal examina por qué la enfermedad mental está aumentando en los tiempos modernos, cómo las demandas de nuestras vidas centradas en la tecnología ponen en riesgo de enfermedad mental, y presenta soluciones para encontrar estabilidad y paz dentro del ruido de la vida moderna. Esta perspectiva en la batalla por nuestra paz mental colectiva e individual ilustra por qué la enfermedad mental está en aumento en estos tiempos tecnológicamente avanzados y cómo podemos actuar.
Antes las decisiones que tomábamos se basaban en la tradición, la cultura y los valores compartidos. Ahora tienen que resolverse de forma independiente y desde cero, ya que existe un relativismo en donde todo se puede y vale. Hoy nos vemos obligados a reevaluar y reconfigurar continuamente nuestras elecciones a medida que nos enfrentamos a un panorama de información y ética en constante expansión, inestable y basado en creencias y emociones que cambian en forma instantánea.
Antes, si mi hijo hacía un berrinche, le preguntaba a mi madre cómo lidiar con esa conducta, pero ahora lo buscamos en Google y en redes sociales y encontramos cientos de recomendaciones y consejos. Mientras nuestra madre nos da una respuesta, Google no solamente nos 20, sino que la próxima semana nos dará otra solución completamente diferente.
La corteza prefrontal no funciona bien bajo estrés, pero ahora está continuamente bajo presión. Según Rego, si tienes alguna predisposición o vulnerabilidad a algún trastorno mental, acumular estrés en la corteza prefrontal lo va a detonar. ¿Cómo saber si nuestro lóbulo prefrontal está sobrecargado? Hay tres síntomas:
1. Pobre atención y concentración. Se vuelve muy difícil controlar un enfoque y por ello pasan el mayor tiempo en redes sociales como TikTok o Instagram, ya que la sobreestimulación tecnológica evita que el cerebro se focalice en una sola tarea.
2. «No encuentro cómo decirlo». En mi experiencia de los últimos años como maestro universitario observo un gran problema de alumnos que no pueden expresar algún comentario o pregunta. Según Rego, el fenómeno de tenerlo en la «punta de la lengua» lo que estás pensando es una forma de disfunción de la corteza prefrontal. Igualmente, otros pequeños olvidos.
3. Emociones e impulsos mal controlados. Cuando vemos a nuestros hijos constantemente irritables y explosivos es otro síntoma de una falla una fatiga frontal.
Todos experimentamos estos signos de fatiga frontal de vez en cuando, pero si notas que son conductas muy repetidas necesitamos buscar actividades para tener contacto con experiencias de la vida real u otras actividades como tocar instrumentos, coser, pintar, jardinería, hornear, carpintería, rompecabezas y deportes de pelota. Lo mismo ir a museos, escuchar música o leer.
Pasar tiempo en la naturaleza, con amigos cercanos y en meditación también son formas aprobadas por la ciencia para aligerar la carga de nuestro cerebro. Todos necesitamos de esto.