‘El celular hizo a mis hijos groseros’

Atrás quedaron los días en que los niños jugaban afuera, usaban su imaginación y respetaban a sus padres. La semana pasada recibí un correo electrónico de una mamá con dos hijos de 9 y 12 años: “Mis hijos están incontrolables. No obedecen y no respetan las reglas mínimas de casa. Se la pasan todo el día de las vacaciones en el celular o la tableta. Cuando les pido un favor me gritan que están en sus vacaciones y merecen hacer lo que ellos quieran”. Nuestros hijos no necesitan distraerse, necesitan padres que implementen estructura, límites y disciplina en el hogar.

Muchos papás, cansados del trabajo, de su maternidad o paternidad y de la crianza de los hijos, los lleva a doblar las manos y olvidan los valores fundamentales de ser padres. La mayoría de los papás desean lo mejor para sus hijos y buscan las mejores estrategias para educarlos con carácter y que puedan tomar buenas decisiones, pero muchas de estas aspiraciones se desvanecen por la desesperación de encontrar la paz.

Con los niños llegan más facturas, más estrés y menos tiempo para relajarse. Para recuperar la individualidad, muchos padres agitan la bandera blanca, instalan televisores inteligentes en los cuartos de los hijos, le dan a cada uno celular o tableta para que puedan entretenerse y dejar a los papás descansar. Y, por consecuencia, la presión y el agotamiento aumenta, ya que crecen niños y adolescentes mimados e irrespetuosos, y su crianza se vuelve cada vez más desafiante.

Lo que una vez fue revoltoso y sobrenatural, pero todavía dulce, se convirtió en niños malhumorados e irrespetuosos. Antes de tener acceso ilimitado al tiempo de pantalla, los niños eran bolas de energía que competían en cada momento por la atención de sus padres, pero nada fuera de la norma para su edad. Amamos a nuestros hijos y siempre han sido nuestra prioridad, sin embargo, hoy la mayoría de los padres están abrumados y necesitan tiempo para ellos durante el día.

Nuestros hijos se han vuelto menos cariñosos y ahora la exclamación “¡Déjame en paz!” se ha convertido en el pan de todos los días. Antes era ir a sus recámaras cada noche para platicar o contarles una historia, ahora gritan “¡Papi, estoy tratando de ver mis programas!”. Ya los hijos no corren a los brazos de sus padres, sino que se alejan para estar en su oasis digital. Han perdido el interés de jugar y pasan la mayor parte del tiempo en la televisión o entretenidos con juegos en su celular, mientras los juguetes se llenan de polvo. Ya los hermanos no juegan entre ellos y el vínculo de hermandad va disminuyendo. Han perdido su curiosidad.

El mal comportamiento de nuestros hijos es preocupante y está muy claro, en la mayoría de los hogares, que comenzó cuando se permitió tiempo en pantalla sin restricciones. ¿Qué podemos hacer? ¿Es demasiado tarde? La respuesta es sí podemos hacer muchas cosas y no es tarde para lograr establecer un ambiente de bienestar en nuestras casas.

1. Limitar el tiempo de pantalla. Restringir el acceso a celular, tableta o televisor es fundamental para iniciar un cambio positivo en nuestros hijos. Los expertos hablan de no más de una o dos horas diarias de uso recreativo de las pantallas. Además, tener un aparato electrónico debe ser condicionado por su nivel de madurez y cumplimiento de sus responsabilidades.

2. Estructurar su día: Crear un horario de actividades como realización de tareas escolares, arreglar su recámara antes de dormir y crear tiempo de creatividad como dibujar, colorear o escribir.

3. Reforzar el respeto: Al enfrentar una conducta grosera hacia los padres, hay que mostrar una actitud de firmeza e inmediatamente exigir una disculpa y, si fuera muy seria la falta, quitar privilegios por algún tiempo.

4. Crear tiempo para la lectura: Leerles o darles libros para que lean es uno de los hábitos más importantes de la vida. No solamente incrementa su vocabulario e imaginación, sino que ayuda a moldear su temperamento y regular sus emociones.

Si implementamos estas ideas observaremos niños más felices que nunca. Muy probablemente al principio los niños no estén contentos de renunciar a su tiempo en la pantalla, pero con el paso del tiempo encontrarán otras formas de disfrutar de su día. Pronto escucharemos risitas y movimiento en la casa y, lo más importante, volverán a ser niños.

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