Disforia de sensibilidad al rechazo

Una de las emociones más negativas que podemos experimentar es el rechazo de nuestros familiares, amigos y compañeros. El rechazo duele y mucho. Ya sea que nos rechace la persona amada, la crítica del jefe, que no te elijan para que juegues en un equipo deportivo o te bloqueen para que entres a alguna red social de una amiga.

Hay rechazos reales o directos, sin embargo, puede existir una percepción errónea de rechazo y producir emociones negativas graves. Esto se le llama disforia de sensibilidad al rechazo. La disforia es una palabra de origen griego y se caracteriza por una emoción desagradable, como tristeza o ansiedad. Es el opuesto etimológico de euforia.

Las personas con disforia de sensibilidad al rechazo experimentan una respuesta emocional abrumadora ante la censura, rechazo, crítica, juicio o exclusión real o percibida. Esta percepción de sentirse solo y abandonado pueden depositarse en la mente con pensamientos negativos y pensar que es un fracaso y destruir la autoestima. Sus estados de ánimo pueden caer tan rápida y dramáticamente, puede sentirse como una depresión mayor y puede conducir a pensamientos y comportamientos suicidas. Las personas que tienen miedo a ser rechazados pueden adoptar actitudes que buscan la aprobación de los demás sin importar las consecuencias.

¿Quiénes tienen mayor riesgo de sufrir la disforia de sensibilidad al rechazo? Las personas con ansiedad son generalmente más sensibles a la crítica, y tienden a complacer a las personas. Antes de la pandemia, más de un tercio de los estadounidenses luchaban con ansiedad. Ahora, en postpandemia, más del 50 por ciento de las personas tiene miedo y se siente ansiosa por sus pérdidas de familiares, amigos, negocios, trabajo y seguridad en la vida. Hay una señal de alerta ya que las personas que son altamente sensibles al rechazo tienen un mayor riesgo de depresión, trastorno límite de la personalidad y trastorno dismórfico corporal.

Algunos síntomas de la sensibilidad del rechazo son reacciones emocionales abrumadoras a cualquier forma de rechazo; extrema sensibilidad a la mera posibilidad de rechazo y miedo al fracaso, intensa vergüenza y culpa cuando sus acciones no están a la altura de sus expectativas y arremeter con ira o rabia en respuesta a la crítica, juicio o exclusión.

Entre los consejos que podemos dar está no creer cada pensamiento tonto que tengas. Evitar ser rumiante emocional. Si te quedas atascado en pensamientos como: «Metí la pata y le dije lo que no debía a mi jefe» puedes detener el ciclo desafiando tus pensamientos. Aprendamos que en la vida podemos cometer errores y no por ellos soy una mala persona y que soy un fracasado.

Otro es recordar la regla 18-40-60: cuando tienes 18 años, crees que todo el mundo te está juzgando, y te preocupas profundamente; cuando cumples los 40, ya no te importa lo que piensen de ti y, una vez que llegas a los 60, te das cuenta de que nadie ha estado pensando en ti porque la mayoría de la gente solo piensa en sí misma. Ten presente esta regla.

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