Chupón digital

Observo cada vez a más papás que utilizan el celular para calmar o facilitar la interacción con sus bebés.

El otro día me comentaba una mamá que la única forma que su bebé de 4 meses le permitía cambiar el pañal era viendo Peppa Pig. Lo mismo para comer, bañarse, vestirse o dormir: necesita estar viendo la pantalla del celular.

Me dijo: «La única manera de que mi hija nos permite comer en un restaurante o al visitar familiares es ver el celular».

En un estudio realizado por la investigadora Jenny Redesky de la Universidad de Michigan encontró que es muy común que papás de niños de 3 y 4 años utilicen la pantalla para calmarlos. Sin embargo, a los tres o seis meses de usarlo, los niños mostraron conductas más irritables e hiperreactivos emocionales.

La autora concluye que cuando los niños muestran estrés o tensión y sus padres les ponen una pantalla enfrente no aprenden a enfrentar situaciones incómodas y exigen el celular para distraerse.

En otro estudio realizado por Ippei Takahashi, investigador de la Universidad Tohoku, en Japón, con niños menores de un año que fueron expuestos a pantallas de una a cuatro horas diarias se encontró con un serio retraso en su madurez cuando cumplieron 2, 3 y hasta 4 años.

Los padres que quitan la pantalla por tres semanas a sus hijos siempre informan una disminución significativa en los comportamientos problemáticos: reducción de berrinches, disminución de la agresión física y verbal, aumento de la regulación emocional, disminución de los problemas para dormir y aumento de la capacidad para relacionarse con los demás. En otras palabras, son niños felices. Lamentablemente muy pocos papás siguen estos consejos.

¿Por qué es necesario usar un teléfono o tableta para cambiar un pañal? Entiendo que cambiar un pañal produce tensión y estrés al niño, pero ¿por qué no podemos aprovechar esta oportunidad para conectar con nuestro hijo? Podemos hacer caras graciosas, trompetillas en su estómago, usar voces extrañas, sacudir la cabeza de una manera tonta o rodarlo varias veces.

Aún más: ¿cómo lograron nuestros padres tranquilizarnos cuando éramos pequeños? Pero, cuando pones una pantalla delante de tu hijo, ¿qué mensaje estás enviando? De que siempre que tengas una situación incómoda te calmará mirando una pantalla.Los invito a conectarnos con nuestros hijos. Ayúdelos a conectarse con usted en lugar de una pantalla. No hay problema jugar ocasionalmente videojuegos con nuestros hijos, siempre que el tiempo que pasen no reemplace la experiencia del mundo real.A principios de los años 90 jugué Super Mario Bros con mis hijos. Eso jamás sustituyó actividades del mundo real como jugar fútbol, montar en bicicleta o leerles cuentos en papel.

En mi libro Menos pantallas y Más mundo real expreso la importancia de que nuestros hijos experimenten el mundo real antes de que se sumerjan en mundos virtuales. Si no tienen esa experiencia del mundo real es más probable que se desconecten y confundan lo que importa.

Los niños necesitan fuertes conexiones con los adultos, idealmente con sus padres y con otros adultos de la comunidad, y los videojuegos y las redes sociales tienden a desconectar a las generaciones. Piensen en esto.

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