¿Quién debe ser el responsable de aprender? Definitivamente es el alumno. El maestro utiliza las mejores estratégicas de enseñanza para que el alumno aprenda, pero el agente más importante del aprendizaje no es el profesor, sino el estudiante.
En mis más de 40 años de experiencia docente observo cada vez más universitarios interesados en fiestas, redes sociales, videojuegos o series de televisión que en prepararse profesionalmente en su vocación laboral. Su rol de estudiante lo definen como invertir el mínimo esfuerzo para tener un grado académico sin importar el dominio del conocimiento y habilidades.
Esta semana entregaron un proyecto iniciado en clase y terminado en sus casas. Al pedirles que me comentaran alguna idea de lo que realizaron y escribieron, quedé impactado en que el 90 por ciento no pudo recordar algo significativo de su aprendizaje.
La mayoría de las actividades que tienen el objetivo de descubrir y profundizar en el conocimiento llegan a estos chicos cuya característica es que parecieran ser de teflón. Todos sabemos lo que es el teflón y sus propiedades antiadherentes: nada se le pega y todo le resbala, y tal parece que lo mismo sucede con muchos de nuestros estudiantes.
En los últimos años muchas escuelas han dicho a sus alumnos que no debemos aprender usando la memoria. Creen que memoria es repetir o recordar algo que no tiene significado: en otras palabras, aprender «de machete.» Esto es un gravísimo error, ya que existe la creencia de que solamente en necesario comprender o hacer para aprender. Sin la memoria no pudiéramos hablar, sentir, recordar, valorar, elegir o resolver problemas. ¿De qué sirve realizar una tarea divertida o un proyecto motivante si el alumno no es capaz de recordar lo mínimo?
La pedagogía moderna y las nuevas tendencias didácticas centran su aprendizaje en la elaboración de proyectos «significativos y motivantes» y no en la adquisición y asimilación de conocimientos a largo plazo. Vivimos una generación teflón que todo lo desecha inmediatamente y quiere quedarse con nada. «¿Para qué lo memorizamos si lo encontramos en Google?», preguntan. O, peor tantito: «¿Para qué lo aprendemos si el Chat GPT lo puede realizar por nosotros?».
Imaginemos futuros médicos o ingenieros sin memoria de conocimientos, habilidades y procedimientos esenciales para su profesión. Arriesgaremos nuestras vidas ante profesionistas de título, pero sin aprendizaje.
Hace pocos años tuve un accidente en una mano y fui a Emergencias de un hospital privado. Un médico joven que me atendió solicitó una radiografía y su diagnóstico fue que requería una operación y de un cirujano plástico. Le hablé a mi médico de confianza y, al ver la radiografía, me dijo que era una simple luxación. En ese momento me dio un estirón en el dedo y listo. Sé que no son así todos los médicos, pero ¿en qué manos estarán nuestras vidas si quienes cursaron estudios lo hicieron sin la intención de aprender, sino de solamente graduarse?
Tenemos una misión difícil, maestros y padres: concientizar a nuestros hijos y alumnos que la carrera solamente les dará herramientas básicas para enfrentar con éxito el inicio laboral y deberán crecer con un aprendizaje permanente toda la vida. Hay que formarlos con una actitud de entrega y sacrificio en sus estudios profesionales, ya que de esto dependerá no solamente su éxito, sino también la calidad de servicios que ofrezcan a los demás.