Esta semana tuve una reunión con maestras de primaria que me comentaron: «Es increíble el crecimiento físico de nuestras alumnas. Apenas con 8 años y ya muestran cambios físicos importantes de su pubertad.
«Hace años eran pocas las niñas que iniciaban la pubertad a esa edad, pero en este momento tenemos más del 70 por ciento. Muchas ya usan sostenes deportivos como las mamás y algunas hasta se depilan».
Y la pregunta que surgió entre las docentes fue: «¿Cómo debemos tratarlas? ¿Como niñas o adolescentes?».
No es una pregunta fácil de contestar. En los últimos años ha existido una aceleración biológica entre nuestros hijos, especialmente en las niñas. Ya es más común ver niñas de 7 años iniciar su cambio físico. ¿A qué responde esta pubertad precoz?
Existen varias causas potenciales en esta detonación temprana: obesidad o sobrepeso, exposición de químicos que afectan la activación hormonal y estresores sociales y emocionales como traumas en la infancia y pobres relaciones familiares.
Paul Kaplowitz, jefe del Departamento de Endocrinología y Diabetes del Centro Médico Infantil en Washington, D.C., está convencido de que la obesidad es un factor importante en la aceleración del metabolismo y hormonal entre las niñas, pero afirma que no es el único factor. Es cierto que el índice de la grasa corporal de las niñas ha aumentado en los últimos 15 años, pero también considera otros culpables ambientales a los que la niña estuvo expuesta desde el vientre de la mamá.
Kaplowitz afirma que hay más de 800 químicos ambientales que interfieren en su sistema hormonal como los usados para hacer plásticos o latas de aluminio, pesticidas, detergentes, tabaco, refrescos de dieta, plomo y cadmio. Algunos de estos químicos contribuyen a la obesidad, estimulan el apetito y alteran los niveles hormonales como la leptina (hormona que regula el peso corporal). Tengamos en cuenta que hoy nuestros hijos tienen menos actividad física que antes.
Por otra parte, la hormona estrógeno tiene una función primordial en la aparición de los caracteres sexuales secundarios femeninos y muchos de estos químicos ambientales alteran los receptores del cuerpo provocando el efecto de falsos estrógenos, lo que puede explicar el desarrollo temprano de sus senos, pero no necesariamente su primera menstruación. En otras palabras, pareciera que la niña ya es adolescente por sus cambios corporales exteriores, pero internamente sigue siendo una niña.
En resumen, el sobrepeso y los químicos ambientales favorecen la activación temprana hormonal y por ello tenemos que ser conscientes de que sus cambios físicos son ocasionados por factores exteriores y no por su madurez emocional o psicosocial. El trato hacia ellas debe ser cuidando y respetando su etapa infantil.
Otra área de estudio se centra en el ambiente social y emocional de nuestras hijas. Los estudios nos dicen que el exceso de estrés en edades tempranas afecta el tiempo de la pubertad. Familias inestables, ausencia de papá, poco tiempo y calidad de interacción emocional, depresión de la mamá y experiencias traumáticas en su niñez como abuso sexual son detonadores de una pubertad temprana.
Papás: debemos estar atentos en el desarrollo físico de nuestras hijas, ya que las niñas que experimentan una pubertad precoz tienen mayor riesgo de sufrir ansiedad, depresión, pobre autopercepción corporal, trastornos alimenticios, consumo de alcohol y drogas, y experiencias sexuales prematuras. Una niña que empieza su pubertad a los 9 años no tiene pensamientos sexuales, pero puede tener una confusión entre su desarrollo físico temprano con su madurez sexual.
Los medios de comunicación, internet, redes sociales, compañeros y amigos pueden influirle a desarrollar creencias de que ya tiene la edad suficiente para responder y experimentar como si fuera una joven. Debemos estar atentos y abrir un canal de confianza y diálogo con nuestras hijas, sin perder de vista que siguen siendo niñas.