Hace 20 años los «hijos tiranos» fueron educados por una generación de padres cuyo estilo parental se caracteriza por ser permisivos, sobreprotectores y dispuestos a satisfacer en forma inmediata el mínimo capricho o deseo de sus hijos.
Y por consecuencia causaron una generación de personas más vulnerables; sin capacidad de tolerar la mínima frustración, acostumbrados al «mínimo esfuerzo» y a que sus padres les resolvieran todos sus problemas.
Hoy no podemos definir a los padres como «padres obedientes» como hace 20 años, sino como «padres ausentes» que formarán hijos frágiles.