¿Quiénes no se han subido a una montaña rusa? Es algo muy excitante. Primero el carrito sube despacio la primera pendiente, pero al llegar al punto más alto lo sueltan y empieza la adrenalina de la velocidad, las curvas y sentimos que volamos por el espacio.
Sin embargo, entre más el carrito alcance su punto más bajo del juego mecánico tendrá nuevamente que subir lentamente hasta la cima. ¿Cuántos de nosotros disfrutamos más observar con relajamiento cuando llega a lo más alto en forma lenta y contemplamos el paisaje y todo el parque de diversiones? Yo soy uno de ellos.
Algo parecido ocurre con nuestra felicidad. Nuestros hijos disfrutan la velocidad y la intensidad del coche, pero no les gusta subir y alcanzar lentamente y con dificultad el pico de la montaña rusa. La felicidad, como una montaña rusa, nos lleva a un viaje lleno de altibajos durante nuestra vida.
Los científicos han estado fascinados por el concepto de felicidad y han dedicado innumerables estudios a desentrañar sus misterios. Las investigaciones han demostrado que la felicidad no está determinada únicamente por factores externos como la riqueza o el éxito, sino que está profundamente influenciada por nuestro estado mental interno.
Los neurotransmisores como la dopamina, la serotonina y las endorfinas juegan un papel crucial en la regulación de nuestro estado de ánimo y los niveles generales de felicidad. Además, los estudios han encontrado que la genética también contribuye a nuestro nivel básico de felicidad.
Aquí sería muy importante entender cómo los telómeros (prolongación o acortamiento de nuestros cromosomas) pueden ser modificados durante nuestra vida y, por ello, debemos educar hijos que tomen buenas decisiones para que su carga genética sea fortalecida durante su vida.
Varios factores influyen en nuestros niveles de felicidad, incluyendo las conexiones sociales, la salud y los valores personales. La investigación ha demostrado consistentemente que tener relaciones sociales fuertes y un sentido de pertenencia contribuyen significativamente a nuestro bienestar general.
La estabilidad financiera y las posesiones materiales pueden influir en nuestra felicidad hasta cierto punto. Sin embargo, los estudios han demostrado que, una vez que se satisfacen nuestras necesidades básicas, la riqueza adicional no necesariamente conduce a una mayor felicidad.
Papás: no pongamos toda nuestra energía y esfuerzo de ofrecerles a nuestros hijos un mundo «feliz» sin adversidades. Todo lo contrario: enfrentemos a nuestros hijos al mundo real y preparémoslos con capacidades para puedan alcanzar la cúspide y contemplar con plenitud su logro.
Los altibajos de la felicidad pueden atribuirse a varios factores, incluyendo eventos de la vida, circunstancias personales y nuestra propia mentalidad. Así como una montaña rusa no puede ser todo picos sin los valles, el viaje de la felicidad no puede estar libre de desafíos. Aceptar y abrazar esta realidad puede ayudarnos a navegar la montaña rusa de emociones con gracia y resiliencia.