Pensaba hace años que el papel de mamá y papá era amar incondicionalmente a los hijos, prepararlos para ser independientes en su edad adulta (18 años) y puedan valerse por ellos mismos. No se trataba de protegerlos, sino de prepararlos para la vida.
Desafortunadamente, muchos padres parece que no están haciendo bien su trabajo. Hace pocas semanas leí una noticia que me impactó; ocurrió a principios de este año en la Universidad de Florida, donde surgió la creación de una organización llamada en inglés Daisy Bug Delivery, que ofrece el servicio de “segunda madre” a los estudiantes universitarios que la necesitan.
Sus servicios van desde comprar su despensa, lavar su ropa, limpiar su departamento, recogerlos en un coche e incluso levantarlos por la mañana para que no lleguen tarde a clases y hacerles las tareas, especialmente a estudiantes de primer año que necesitan alguien con quien contar.
En otras palabras, nos enfrentamos con adultos jóvenes que necesitan de una mamá sustituta para recoger su ropa o recordarles la tarea que necesitan realizar. Están dispuestos a pagar 10 mil dólares por semestre por un padre artificial y acentúa su dependencia de un adulto mayor.
En el Ejército y Marina estadounidense no existe la excepción. No están recibiendo suficiente gente calificada para inscribirse, por lo que están bajando sus niveles de exigencia. En el campamento militar, los oficiales han suavizado su lenguaje. Si el sargento de una instrucción y dice algo que lo hace sentir incómodo, puede sostener una tarjeta para indicar que está disgustado. A principios de este año, casi ocho de cada diez adultos jóvenes estadounidenses no califican para el servicio militar debido a la obesidad, el fracaso en graduarse o las adicciones. Entonces, ¿qué hemos hecho? Hemos bajado el listón para calificar. Esto suena muy similar a contratar a una mamá adicional cuando no estás listo para la universidad.
Me llamó la atención el TikTok de una muchacha colombiana llorando al terminar el primer día de trabajo. Tenía apenas dos semanas de graduación y rompió en llanto expresando su frustración: “Han sido las 8 horas más estresantes de mi vida. Solamente tuve una hora para comer y no terminé de almorzar, no me dejan usar el celular y el trabajo está a dos horas de mi casa, entonces llegaré después de las 8 pm y no podré ver a mis amigos”. ¿Qué estamos haciendo o dejando de hacer para educar adultos jóvenes con muy poca tolerancia a la frustración, esfuerzo, trabajo duro y perseverancia? Hoy en día tenemos demasiados adolescentes no maduros que todavía necesitan apoyo correctivo para la edad adulta.
Papás, no aligeremos su carga o suavicemos las demandas de la vida, ésta es difícil para todos nosotros y es mejor enfrentar esos desafíos con adultos que cuidan a una edad temprana cuando las apuestas son más bajas. La solución es centrarse en construir niños más fuertes, no crear un mundo falso donde la vida sea fácil y manejable.
Le comento que en mi experiencia como maestro universitario veo demasiados jóvenes profesionistas en una relación de “amor/ odio” con mamá y papá porque sus padres no hicieron un buen trabajo preparándolos para su vida futura. Mi madre, que en paz descanse, me decía constantemente cuando me regañaba: “Hijito, más vale que llores hoy por la disciplina que te impongo y no mañana me reclames diciendo: Mamá, soy el hijo que soy porque no tuviste el valor de disciplinarme cuando fui pequeño”. Nuestro trabajo es proporcionar y proteger, pero también prepararlos para el camino que les espera.