Este es uno de los comentarios de directores y coordinadores cada inicio de año escolar, aunque en los últimos años ha aumentado la exigencia de papás para que sus hijos sean cambiados de salón de clases.
Los motivos son: «No está con sus amigos», «la maestra es estricta», «hay un compañerito que lo molesta». Puede haber razones justificables, pero la principal causa es «no quiero ver a mi hijo sufrir».
Todos los papás queremos lo mejor para nuestros hijos, pero la sobreprotección no es la mejor alternativa para hacerlos fuertes, resilientes y con buena salud mental. En la vida de los niños y adolescentes es común enfrentar desafíos que moldean su crecimiento emocional y social. Al atravesar situaciones difíciles como fracasos escolares o conflictos con otros se ven los hijos obligados a desarrollar habilidades para adaptarse y superar obstáculos.
Es crucial comprender que el problema no debe ser visto como algo negativo, sino como una oportunidad de aprendizaje. Al reflexionar sobre sus experiencias, los jóvenes pueden identificar limitaciones, replantear sus metas y establecer estrategias para el futuro.
Este ciclo de desafío y superación contribuye a forjar un carácter capaz de enfrentar adversidades con mayor confianza. Estar en un salón donde no estén los amigos permite desarrollar sus habilidades de adaptación y crear vínculos de amistad.
Estimulemos a nuestros hijos a perder el miedo de hacer amigos brindando oportunidades para que interactúe con sus compañeros. Llévelos a los parques, inscríbalos en actividades grupales y evite formar grupitos por conveniencia de amistad o temor de que su hijo sea excluido.
Estudios señalan que, a pesar de las circunstancias difíciles, muchos jóvenes demuestran una destacada capacidad para ajustarse y prosperar en sus entornos. En resumen, al superar la adversidad, los jóvenes no solo aprenden a enfrentar desafíos, sino que también adquieren habilidades cruciales para navegar por las complejidades de la vida adulta.
Las investigaciones indican que enfrentar desafíos importantes puede estimular una mayor resistencia y autonomía en los jóvenes, ayudándoles a desarrollar habilidades de afrontamiento efectivas.
Papás: demos la oportunidad para que nuestros hijos se enfrenten a pequeños desafíos para impulsar sus capacidades de adaptación y confrontación con el mundo real. Mantenerlos encerrados y protegidos en una burbuja, tarde o temprano, afectará su autoestima y confianza para superar las adversidades.