En la pasada ceremonia de entrega de los premios Óscar ocurrió un hecho que ha sido visto por millones de personas entre el actor Will Smith y el comediante Chris Rock.
Realmente no sabremos si fue una actuación preparada o un hecho real donde el comediante Rock realizó una broma hacia la esposa del actor Smith, quien se levantó, le dio una bofetada y le gritó palabras altisonantes enfatizando que se callara. Sin duda fue una reacción impulsiva y violenta. Muchos están en contra y otros a favor del actor al defender la integridad de su esposa.
Quisiera hacer una reflexión emocional ante la respuesta del actor hacia el comediante. Todo ser humano tenemos emociones como tristeza, alegría, miedo, sorpresa y enojo y no podemos evitarlo. Ante el fallecimiento de un familiar, claro que sentiremos tristeza o ante un logro significativo alegría.
Comprendo que, ante la broma hacia su esposa, Smith haya sentido un gran enojo y enfado, es normal, pero la reacción violenta no debe ser aprobada. ¿Podemos imaginar si se permitieran actos agresivos ante cualquier disgusto? Golpearíamos al maestro que fue injusto, insultaríamos a nuestros padres al negarnos un permiso, patearíamos al conductor que nos cerró el paso en la calle o daríamos una paliza a quien no piense igual que nosotros.
Vivimos en un mundo en el que no existe un filtro para regular nuestros impulsos y hasta se permite destruir propiedad ajena o agredir a otras personas si no comparten nuestra misma ideología. En otras palabras, se vale cualquier tipo de reacción destructiva si alguien o algo me provoca una mínima molestia.
Existen dos lecciones de vida que están ausentes en la educación de nuestros hijos: autocontrol y respuestas asertivas. Autocontrol es la capacidad consciente de regular nuestros impulsos y emociones con el objetivo de lograr un equilibrio personal y tomar buenas decisiones. En normal que, ante un enojo, surjan impulsos instintivos de defensa como empujar, gritar, aventar o golpear, pero nuestro lóbulo frontal debe ser entrenado para detener estas reacciones violentas para canalizarlas más saludablemente.
Esto no significa que ante una agresión tengamos una actitud pasiva o hasta masoquista para aceptar cualquier agresión, sino todo lo contrario: el autocontrol me ayuda a frenar impulsos que pueden ser destructivos para encontrar la mejor respuesta ante la amenaza que estoy experimentado. Entonces, ya estoy listo para responder, pero no en forma violenta, sino asertiva.
¿Cuál pudo ser una respuesta asertiva de Will Smith? Levantarse y decirle al comediante: «Me molesta la broma que hiciste hacia mi esposa. Es muy ofensiva. Te pido que no lo hagas y, además, quiero que le pidas una disculpa por tu imprudencia».
Ser asertivo es la habilidad de expresar nuestros pensamientos, emociones y deseos en forma franca y adecuada sin violentar a los demás. Es muy importante expresar nuestros sentimientos y malestar: «Me enoja…», «Me entristece…», «Me molesta…». Enseguida, expresar en forma clara la conducta que produce incomodidad como son palabras, acciones o actitudes. Ya que comunicas tus emociones y las conductas que producen ese malestar, ahora indica qué nueva respuesta esperas: «Te pido que no digas…» o «Te insisto que no vuelvas hacer…»
¿Cuántos papás enseñamos a nuestros hijos a controlar sus impulsos y ser asertivos? Muchos aconsejan: «Hijito no te dejes, devuélveselo»; «Ojo por ojo, diente por diente»; «La venganza es muy dulce». Así, nuestros hijos vivirán en una jungla en donde el más violento sobrevivirá y dominará la agresividad en nuestros estadios de fútbol, el bullying en las escuelas, la violencia doméstica y hasta en las mismas ceremonias de los premios Óscar.