Familia21
Sección Vida
Periódico El Norte
En el año 2014 el Dr. Timothy Wilson, psicólogo social de la Universidad de Virginia en los Estados Unidos, realizó más de 11 estudios con universitarios. Los jóvenes sin ninguna pertenencia (celular, pluma, libretas, cartera, llaves, etc.) se introducían a cuartos vacíos y por 6 ó 15 minutos tenían que estar solos y su tarea era solamente pensar. En el estudio número 10 los participantes recibieron la instrucción de entretenerse en sus pensamientos, pero si querían podían recibir una pequeña descarga eléctrica durante su estancia en el cuarto al presionar un botón. El 67% de los hombres se dieron al menos un toque eléctrico y con un promedio de 7 descargas. Sin embargo, uno de ellos tuvo 190 a sí mismo. En cambio, solamente el 25% de las mujeres oprimieron el botón. Por qué los hombres se aplicaron más descargas eléctricas, se explica los hombres buscan más la novedad, diversidad y estimulación y evitan el aburrimiento. El Dr. Wilson se sorprendió de sus resultados y preguntó: “¿Cómo es posible que las personas prefieran estímulos negativos al aburrimiento? Cuando nos sentamos y empieza a divagar nuestra mente, requiere de un gran esfuerzo ya que hace funcionar la memoria, la atención y creatividad. Y muchos de nosotros no queremos hacer ese esfuerzo y preferimos que el ambiente haga su trabajo y ponemos a nuestro cerebro a modo de recibir y no de crear.
En el mundo donde hay cientos de distracciones como las redes sociales, celulares, televisión y videojuegos por ejemplo, las personas que tiene un momento solo para sus pensamientos se sentirán muy extraños e incapaces de entretenerse ellos mismos.
Tenemos una generación prefiere sentir dolor que estar aburridos o enfrentarse a sus propios pensamientos. La dispersión, distracción y sobreestimulación del ambiente son los principales factores que alimentan a los chicos. Desde 1 año de nacido, los niños están conectados con un celular o tableta viendo caricaturas o videos infantiles. Muchos padres pensamos que nuestro hijo debe estar siempre “activo” viendo algo. En un estudio realizado recientemente, en el año 2012, titulado: American Time Use Survey (Cuestionario del tiempo invertido por los americanos) por Bureau of Labor Statistics en los Estados Unidos demostró que el 95% de la población americana estuvo, al menos, en una actividad de recreación en las últimas 24 horas, como ver televisión, socializar, leer o tiempo en celular o tableta. Sin embargo, el 83% no invirtió tiempo para relajarse o pensar. Este estudio demuestra que somos más felices cuando estamos haciendo algo que reflexionar en nuestros propios pensamientos. Preferimos ser distraídos por estímulos externos que interiorizar en nuestros propios pensamientos.
Como lo menciona John Milton, escritor y autor del Paraíso Perdido, en su obra: “La mente tiene su propia función, y en ella puede hacerse del infierno un cielo, o del cielo un infierno.” Enseñemos a nuestros hijos que aburrirse es bueno de vez en cuando. Es importante que se enfrenten a sus propios pensamientos, los regulen, no les tengan miedo y especialmente puedan manipularlos y crear nuevas ideas. Claro que es más fácil que nuestro cerebro tenga una actitud pasiva de recibir y no activa para transformar y generar procesos cognitivos.