Ayudar no siempre es bueno

El deseo de ayudar a los demás es innato y, según los psicólogos, esta sensación altruista surge a partir de los 18 meses de edad. Claro que tener una actitud de ayuda y servicio beneficia a nuestro cerebro produciendo sensaciones positivas como relajamiento, felicidad y logro de sentido de vida.

Nuestra naturaleza humana tiene una predisposición de ayudar a un ser querido que está sufriendo o presenta problemas de adicciones o emocionales. Sin embargo, ayudar no siempre es bueno.

Algunas veces podemos dar demasiado impidiendo el crecimiento de la otra persona. Podemos ayudar por manipulación u obtener un mayor beneficio al hacer un acto de bondad. Otras veces, pueden aprovecharse de nuestras buenas intenciones y ser utilizados.

Ayudar puede ser contraproducente ya que no permitimos que los demás hagan su mayor esfuerzo y salgan de su zona de confort. Como dice el proverbio chino: «Regala un pescado a un hombre y le darás alimento para un día; enséñale a pescar y lo alimentarás para el resto de su vida». Ayudar puede ser algunas veces muy complicado.

A continuación, presento algunas señales de que es tiempo dejar de ayudar:

1.-Si te preocupas más que la persona que estás ayudando. ¿Cuántas veces nos ha pasado? No podemos ayudar a alguien que no quiere ayudarse a sí mismo. Muchas veces hacemos todo el trabajo y a la persona que necesita ayuda no le importa.

2.- Ayudo por complacer o ser aceptado. ¿Cuántos de nuestros hijos se sienten obligados a ayudar para ser aceptados y no ser excluidos por sus compañeros y amigos? Muchos prestan sus tareas, dan respuestas a los exámenes o los incluyen en sus equipos de trabajo sin participación en el proyecto. Es importante que aprendan a decir «NO».

3.- Cuando no cumple con los acuerdos. Es muy importante responsabilizarlo de sus obligaciones y que sea parte activa para salir del problema. Imagínate si le prestas miles de pesos para que pague los recibos vencidos de agua y luz y, en vez de liquidar sus deudas, usa el dinero para comprar alcohol. Conozco una gran cantidad de papás que, por ayudar a sus hijos, les brindan un gran apoyo económico, pero no cumplen con los acuerdos y continúan dándoles dinero. Son adultos mantenidos y nunca madurarán para responsabilizarse de sus decisiones.

4.- Cuando los dos se ahogan. ¿Cuántos de nosotros que ofrecemos ayuda nos enganchamos en el problema del otro y somos arrastrados hacia abajo? Tenemos que aplicar la «regla del salvavidas» para evitar que los dos nos ahoguemos. Cuando un socorrista se acerca a una persona que se ahoga, emplea una técnica firme de autoprotección para neutralizar a la víctima en estado de pánico y poderla sacar del agua. Sé que esto es muy difícil, pero si ayudar a alguien te está arrastrando hacia abajo, es posible que debas dejarlo ir y seguir adelante. ¿Cuántos de nosotros sabemos de casos de hijos adictos que están matando a sus papás? Hay que analizar la situación y algunas veces es una señal para dejarlo ir.

Ayudar es cuestión de dos: el que quiere ayudar y el que pone todo su empeño para salir del problema. Debemos ser altruistas y apoyar, pero tener cuidado cuando la ayuda provoca conformismo, apatía, manipulación, victimización y obligación de ser socorrido.

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