Hace algunos días recibí un mensaje de una mamá alarmada por la respuesta que le dio su hijo adolescente (14 años) al reclamarle por qué había tomado alcohol el fin de semana pasado: «Mamá, no seas exagerada. Todos toman alcohol en las reuniones de amigos y, además, sólo fueron algunas cervezas».
Es una realidad que la mayoría de los adolescentes consideren algo «normal» consumir alcohol como si masticaran un chicle. Muchos papás estamos desconcertados sobre cómo reaccionar ante este tipo de conductas. Primero, podemos considerar que, como la mayoría de los adolescentes lo hacen, entonces lo debemos tolerar y admitir. Segundo, podemos no aceptarlo, pero ¿qué podemos hacer contra la corriente?
Recomiendo que enfrentemos el problema con racionalidad buscando fuentes bibliográficas confiables para enfrentar las creencias erróneas de nuestros hijos:
1. El consumo de alcohol está asociado a riesgos como la ansiedad, depresión, baja autoestima, conductas antisociales y adicción.
2. El desarrollo pleno del cerebro se logra hasta los 25 años. El consumo de alcohol provoca retraso madurativo cerebral.
3. Disminuye el funcionamiento del cerebro. El alcohol provoca reducción en el flujo sanguíneo cerebral ocasionando reducción en las habilidades cognitivas como la atención, memoria, planeación y funciones ejecutivas.
4. Risego de adicción. Un artículo científico publicado en la revista americana Research in the Journal of Substance Abuse nos muestra que chicos que inician el consumo de alcohol antes de los 15 años tienen casi el 50 por ciento de riesgo de ser adictos, comparado con un 9 por ciento iniciando a los 21 años.
5. Reduce el tamaño cerebral. El alcohol altera el desarrollo cerebral reduciendo el tamaño del hipocampo, cuya función es la memoria y el aprendizaje, comparado con los que no lo consumen. Esto puedo provocar bajo rendimiento escolar y su abandono.
6. Impacto negativo en la mielinización. La mielina es una membrana que recubre las neuronas (células del cerebro) estimulando su madurez y facilitando la velocidad y comunicación con otras células. Si este proceso madurativo tarda 25 años y, sabiendo que el lóbulo frontal (encargado de las funciones ejecutivas) es la última área del cerebro que madura, podemos comprender por qué muchos adolescentes retrasan su madurez para ser adultos hasta después de los 30 años por el alto consumo de alcohol.
Ahora la pregunta importante es ¿qué podemos hacer?
– Empezar pronto. Es importante hablarles sobre las consecuencias del consumo del alcohol antes de que inicien su adolescencia. Muchos papás piensan que si conversan de estos temas con sus hijos impulsarán su curiosidad y caerán más fácilmente. No es cierto. Un niño informado tendrá mayor resistencia en caer ante la presión. Y claro, debemos continuar hablando con ellos durante su secundaria, preparatoria y universidad. Les recomiendo que lean el artículo «5 Scary Ways Alcohol Can Damage the Brain», del Dr. Daniel Amen, y muestren a sus hijos las imágenes de lo que ocasiona el alcohol en el cerebro.
– Ser modelo. Recordemos que los «valores no se enseñan, se viven» o, como dice el refrán, que las palabras pueden convencer, pero es el ejemplo que arrastra. Podemos darles muchos discursos y lecciones a nuestros hijos, pero si no hay un buen modelo nunca los convenceremos.
– Saber escuchar. Muchos de nosotros pensamos que la presión de grupo es la responsable que nuestros inicien tomando alcohol y es cierto, pero parcialmente. En los últimos estudios se ha encontrado que uno de los motivos más importantes es llenar vacíos emocionales. Después de la pandemia aumentaron las adicciones para poder sanar sentimientos de soledad, abandono, ansiedad, depresión y falta de sentido significativo de vida.
Aprendamos a escuchar con actitudes de apertura, apego y especialmente, evitando culparlos o condenarlos.