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Estamos a día para celebrar Navidad y todavía hay muchos papás estresados consiguiendo regalos para sus hijos. Y la pregunta común es ¿Cuánto será suficiente para un buen regalo? ¿100, 500, 1000 o 5000 pesos? Claro que el presupuesto familiar es importante para la planeación de los regalos, pero conozco muchos papás que sobrepasan el límite de su crédito con el fin de tener hijos felices. Este fin de semana pasada estaba en una tienda departamental viendo algunos juguetes y se me acerca un papá, sin conocerme, y habla en voz alta:
“Es increíble la presión que tenemos los papás para comprar los juguetes más caros a nuestros hijos, Mi exesposa me presiona que compre un carrito inalámbrico de 2,500 pesos a nuestro hijo, pero le digo que es más importante el juego que el juguete.” Y le respondo: “Efectivamente, el niño debe ser el agente más importante del juego. El juguete es simplemente un medio y no un fin. Se acuerda cómo nos divertía más una caja de cartón que el mismo juguete.” El papá se convenció y le compró un carrito de plástico tradicional de 120 pesos y me dijo: “Recuerdo cómo le amarábamos un mecate y traíamos el carrito de un lado para otro. Aunque su mamá se enoje, creo que es lo mejor para él.” Y le contesté: “Tenemos una gran presión porque no queremos que nuestros hijos sean excluidos por no cumplir las expectativas sociales de los demás. Ahora tu hijo será el único tener un carrito con mecate”
Ahora los padres buscan con mayor estrés que sus hijos sean felices cada Navidad y creen que juguetes sofisticados o un iPhone lo lograrán. Hay papás más ansiosos buscando los mejores regalos a sus hijos. Un papá me preguntaba: “Maestro, ¿cuál será el juguete o celular que a mi hijo lo hará feliz?” Me dio tristeza que depositen la “verdadera felicidad” en un simple objeto material y además caro. Recuerdo que antes el Niño Dios (ahora Santa Claus) nos traía juguetes sencillos y muchas veces ni lo que pedíamos. Nuestra madre lo justificaba diciendo: “En esta Navidad el Niño Dios estaba pobre y fue lo único que te pudo traer” o “Recuerdo que el llega por el norte y cuando llega aquí ya se le acabó los juguetes.” Claro que sufríamos por no recibir lo que deseábamos, pero así era el presupuesto de Santa.
La Navidad se ha convertido en una competencia de regalos entre las familias. ¿Quién recibió la mejor tableta o videojuego? La noche de la Navidad los niños reciben más de 10 juguetes de toda la familia y sin contar los que recibirán de Santa Claus. ¿Cuántos de ellos los disfrutarán todos? Muchos papás acostumbran en guardarlos y entregarlos durante todo el año. Para todos trae un gasto enorme porque se sienten comprometidos en regalar a todos, especialmente los abuelos. Cada familia debe definir hasta cuánto es suficiente. Navidad es una época de agradecimiento, reconciliación, unión, convivencia y dar en familia. No confundamos a nuestros hijos que Navidad es la época de recibir muchos y los más caros regalos. No los engañemos.
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Periódico Vanguardia
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