No somos sus amigos

No podemos ser amigos de nuestros hijos ya que no podemos tener los mismos derechos y obligaciones y no estamos en la misma jerarquía de roles. La respuesta simple a la pregunta que si los padres podemos ser amigos de nuestros hijos es: “NO.” La amistad significa estar en el mismo nivel de comparación. La misión de ser padre más importante no es buscar su aprobación o evitar perder su amor hacia nosotros sino prepararlos lo mejor posible al camino tan difícil que recorrerán hasta llegar a su final. Los hijos saben en dónde pueden lastimar más a sus padres con la expresión: “Te odio” o “Los papás de mi amigo son mejores que tú porque a él si le dan permiso y a mí no.”

La ausencia de límites y reglas en casa tiene un riesgo muy grande entre la relación de padres e hijos. La Dra. Wendy Grolnick, profesora de la Facultad de Psicología en la Universidad Clark en Los Estados Unidos, afirma que la estructura y expectativa son muy importantes para los adolescentes. Su investigación muestra que las rutinas y responsabilidades impulsan a tener un buen desempeño y protege de conductas de riesgo y malas decisiones. Podemos tener ambientes simples, divertidos y de interacción espontánea sin destruir la autoridad y respeto establecido. En un estudio realizado en el año 2016 en Holanda con 500 parejas de madres e hijos de 5 años concluyeron que madres empáticas y con reglas básicas tenían mejor relación con sus hijos y mejores conductas sociales.  La mayoría de los estudios y experiencias en hogares que predominan relaciones de autoridad de respeto y empatía predominaban ambientes positivos y confianza. Los estilos parentales deben evolucionar al cambiar las edades de sus hijos:

Hasta los 7 y 8 años, los padres deben tener control y supervisión de todo
Entre los 8 y 18 años, deben ser más coaches. El coach es el modelo que demuestra las conductas deseadas y retroalimenta las respuestas. El padre coach observa la vida de sus hijos desde la línea de banda, le dice qué corregir y pide tiempo fuera para sacarlo del juego y reorientar su estilo de juego para que tenga triunfo en la vida.
Después de los 18 años ya son adultos y los padres nos convertimos en mentores y gracias a nuestro conocimiento y experiencia ofrecemos nuestro consejo, pero son ellos los que eligen su camino y toman sus decisiones. Y aún en esta etapa no somos sus amigos, nos convertimos en ese árbol frondoso que siempre podrán reposar con nuestra sombra y protección.  

Ser padre significa mucho más que ser amigo. Un amigo no tiene la misma influencia por su condición de iguales. Podrán convivir y divertirse juntos, pero jamás un amigo tendrá la influencia de autoridad y respeto. Nuestros hijos podrán tener cientos de amigos que formen equipos en sus videojuegos o nuestras hijas decenas de amigas que posteen “likes” en sus redes sociales, pero los padres con su amor incondicional, albedrio y firmeza corregirán las conductas desviadas sin el temor de perder su amistad como un amigo. Los invito a ser más que un buen amigo, ser un gran padre y madre.

 

Periódico Vanguardia

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